México-Tenochtitlán (en náhuatl, Mēxíhco-Tenōchtítlān; Tetl=Piedra, Nochtli=Tuna y tlan=Abundancia) fue la capital del Imperio mexica. La fundación de la ciudad es un hecho cuya historia se mezcla con la leyenda. La mayoría de las fuentes cita como fecha de fundación de la ciudad el año de 1325, de acuerdo con la información que se encuentra registrada en varios documentos, sin existir un día exacto comprobado. La leyenda de la fundación señala que México-Tenochtitlán fue poblada por un grupo de tribus nahuas migrantes desde Aztlán, lugar cuya ubicación precisa se desconoce. Tras merodear por las inmediaciones del lago de Texcoco, los futuros mexicas se asentaron en diversos puntos de la cuenca de México que estaban sujetos al señorío de Azcapotzalco. La migración concluyó cuando fundaron su ciudad en un islote cercano a la ribera occidental del lago. Las excavaciones arqueológicas apuntan a que el islote de México estuvo habitado desde antes del siglo XIV y que la fundación de Tenochtitlán pudo ser posterior a la de México-Tlatelolco, su "gemela" del norte. México-Tenochtitlán se convirtió en un altépetl independiente tras el establecimiento de una alianza con Texcoco y Tlacopan que derrotó a Azcapotzalco.
La capital de los mexicanos se convirtió en una de las mayores ciudades de su época en todo el mundo y fue la cabeza de un poderoso Estado que dominó una gran parte de Mesoamérica. El florecimiento de la ciudad se realizó a costa del tributo pagado por los pueblos sometidos a su poder. Por ello, cuando los españoles llegaron a Mesoamérica, numerosas naciones indígenas se aliaron con ellos con el objetivo de poner fin a la dominación tenochca. Cuauhtémoc —último tlatoani de México-Tenochtitlán— encabezó la resistencia de la ciudad, que cayó el 13 de agosto de 1521 a manos de los españoles y sus aliados indígenas, todos bajo el mando de Hernán Cortés.
México Tenochtitlán (lugar de tunas sobre piedra/las tunas son las frutas que da el nopal), se fundó en una pequeña isla en medio de un lago donde en 1325 los antepasados de los aztecas vieron un águila sobre un nopal, escena que vemos representada en el escudo de la bandera mexicana.
Finalmente los aztecas encontraron el sitio indicado en algún lugar del lago de Texcoco y allí fundaron su ciudad. Tal isla se encontraba en donde hoy está el centro de la ciudad. De acuerdo a la tradición calendárica y las crónicas, estos sucesos ocurrieron el día 18 de julio de 1318, de acuerdo con los códices Cuahuitlán y Vaticano, y en 1325 según códice de Mendoza. Más tarde los aztecas edificaron en el lugar sus templos.
La tradición legendaria de los pueblos nahuas explica que estos pueblos hicieron una peregrinación desde su lugar de origen, llamado Aztlán hasta lo que más tarde sería Tenochtitlán, y que esta peregrinación de los nahuas-aztecas duró 165 años, hasta encontrar el lugar deseado. Según a sus leyendas su dios Huitzilopochtli ('colibrí izquierdo'), les había prometido que encontrarían un lago con un islote, en el cual habría una roca y sobre la roca un nopal y, sobre el nopal un águila con alas extendidas y reconociendo al sol.
Etimológicamente Tenochtitlán significa literalmente 'lugar de tunas sobre piedra', las tunas son las frutas que da el nopal. Morfológicamente en náhuatl te-nōch-ti-tlān deriva de las palabras te(tl) 'piedra', y nōch(tli) (tuna), que integradas a -ti (estativo) y -tlān 'lugar (de), o donde abunda algo' se construye la palabra 'tunal'. Según ilustra el Códice Borgia, la palabra 'piedra' en este caso significa «corazón de la Tierra», ya que la forma con la que se representa se asemeja a un corazón humano doble. El nopal, de donde se derivan las tunas, nace directamente de la diosa de la tierra. Esta representación le da el significado divino a la piedra original.
Después de la Conquista de México-Tenochtitlán, algunos frailes tuvieron interés en conocer la historia antigua de la ciudad. Gracias a esta curiosidad se dispone de documentos que permiten acercarse a los relatos de los indígenas. Algunos de estos documentos, más tardíos, fueron elaborados directamente por los descendientes de la nobleza indígena. Todas estas fuentes indican que los mexicas eran originarios de Aztlán, sitio sobre el que se debate su ubicación precisa y su existencia real. De acuerdo con la Crónica Mexicáyotl, en Aztlán los futuros mexicas eran esclavos de los aztecas y llevaban este nombre. Cuando Huitzilopochtli manifestó a su pueblo el imperativo de que marcharan hacia nuevas tierras, también les ordenó que dejaran de llamarse aztecas porque a partir de ese momento serían todos mexicas.Este episodio también es recreado por el Códice Aubin y el Códice Durán. La Tira de la Peregrinación señala que Aztlán estaba ubicado en una isla donde había seis calpullis y un gran templo, probablemente dedicado a Mixcóatl. En la Tira, Huitzilopochtli sólo aparece después que los aztecas llegaron a Teoculhuacan en el año 1-pedernal. De ahí partieron ocho calpullis encabezados por cuatro teomamaque ("cargadores de los dioses"); uno de ellos, identificado como Tezcacóatl, cargaba el bulto de Huitzilopochtli.
La más reciente traducción de los "Anales de Tlatelolco" menciona el día "4 Cuauhtli" (Aguila) del año 1064-1065 o "1 Tecpatl" ligado a la salida definitiva del territorio de Aztlan-Colhuacan.
Según la mitología mexica Huitzilopochtli les ordenó que sólo fundarían su reino donde estuviera "un águila posada sobre un nopal devorando una serpiente". Siguiendo este designio, los mexicas deambularon por varios lugares, siempre en busca del portento que indicara cuál era la tierra prometida por su dios. De acuerdo con la Tira de la Peregrinación, la gente de Cuitláhuac se separó del resto de los calpullis cuando aún estaban en migración. Más tarde, los mexicas llegaron a la región de Tollan-Xicocotitlan, donde Huitzilopochtli les ordenó que desviaran el cauce de un río para crear una laguna en torno de un cerro. El placer de vivir en esa tierra casi llevó a los mexicas a olvidar que su dios les había prometido otra tierra, y viendo esto, Huitzilopochtli les hizo salir de ese sitio y continuar la migración. Llegaron entonces al valle de México y pasaron por varios pueblos, hasta que se asentaron en territorio de los tepanecas de Azcapotzalco, a quienes les sirvieron como guerreros mercenarios. Finalmente, encontraron el sitio señalado por Huitzilopochtli en un islote del lago de Texcoco. En la Crónica Mexicáyotl, Tezozómoc dice que cuando hallaron el lugar, el sacerdote Cuauhtlaquezqui dijo las siguientes palabras:
Id y ved un nopal salvaje: y allí tranquila veréis un águila que está enhiesta. Allí come, allí se peina las plumas, y con eso quedará contento vuestro corazón: ¡allí está el corazón de Copil que tú fuiste a arrojar allá donde el agua hace giros y más giros! Pero allí donde vino a caer, y habéis visto entre los peñascos, en aquella cueva entre cañas y juncias, ¡del corazón de Cópil ha brotado ese nopal salvaje! ¡Y allí estaremos y allí reinaremos: allí esperaremos y daremos encuentro a toda clase de gentes!
Nuestro pechos, nuestra cabeza, nuestras flechas, nuestros escudos, allí les haremos ver: a todos los que nos rodean allí los conquistaremos! Aquí estará perdurable nuestra ciudad de Tenochtitlan! El sitio donde el águila grazna, en donde abre las alas; el sitio donde ella come y en donde vuelan los peces, donde las serpientes van haciendo ruedos y silban! ¡Ese será México Tenochtitlan, y muchas cosas han de suceder!
Los canales se usaban para el transporte con barcas hechas de totoras. Había barcazas para la recolección de desperdicios y otras para la recolección de excremento, que era utilizado como abono en las chinampas. Alrededor de 1000 personas estaban encargadas de la limpieza de las calles. Bernal Díaz del Castillo comenta su sorpresa al encontrar letrinas en las casas particulares, en el mercado público y en los caminos. Los canales se cruzaban por puentes de madera que de noche eran retirados, como forma reguladora de las corrientes del lago y como estrategia militar.
A pesar de que el lago de Texcoco era salado, la ciudad estaba rodeada de agua dulce gracias a los diques construidos por los mexicas y que permitían concentrar ahí el agua que desembocaba de los ríos que alimentaban al lago. La ciudad contaba con dos acueductos que tenían dos canales, que Bernal describe como "del ancho de un buey". Esto permitía mantener un canal en operación en tanto se le daba mantenimiento al otro. Esta agua era principalmente usada para lavado y aseo, los mexicas acostumbraban a tomar dos baños al día, y se reporta que Moctezuma II tomaba cuatro. Usaban la raíz de coplaxócotl (Saponaria americana) como jabón, y la raíz de metl para el lavado de la ropa.
La simetría de la ciudad era mantenida por medio de un funcionario llamado calmimilócatl, que debía supervisar cualquier construcción y evitar que se invadieran las calles y canales, que eran previamente construidos.
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